Frutas y hortalizas feas : una solución contra los residuos
- Lomme Primeurs
- 5 ago
- 2 Min. de lectura
A menudo oímos que «un producto tiene que tener buen aspecto para venderse».
Pero, ¿se nota el sabor? Spoiler : no
Cada día, toneladas de frutas y verduras feas se apartan para ser tiradas, simplemente porque no cumplen los estándares estéticos.
¿Y si dejáramos de juzgar las apariencias y empezáramos a consumir mejor?

¿Por qué hablamos de «bello» y «feo»?
Una fruta «bonita» suele ser un producto de tamaño perfecto, redondo, liso y sin defectos visibles. En resumen, una fruta estandarizada para agradar a la vista. Son los códigos visuales impuestos por los supermercados, los anuncios y los puestos impecables, que dicen que un tomate debe ser simétrico o una manzana lisa y brillante.
En cambio, una fruta o verdura «fea» es una zanahoria torcida, una manzana manchada o un tomate chueco. Son irregularidades puramente visuales, pero no alteran en absoluto su sabor ni su calidad nutricional.
👉 Lo que llamamos «feo» no son más que productos que han crecido... con un poco más de libertad.
El gusto no se ve... pero se defiende
La fruta irregular no es una fruta que falla. Suele ser un producto más auténtico, a veces incluso más sabroso :
✅Un tomate que ha madurado de forma natural tendrá más sabor.
✅ Una manzana manchada puede ser más jugosa porque ha sido menos procesada.
✅ Una zanahoria retorcida puede haber crecido en un suelo más vibrante, libre de productos químicos agresivos.
Estos productos «feos» no tienen nada que envidiar a los estándares de los supermercados. Más bien al contrario.
El verdadero problema : el despilfarro de alimentos
Cada año, miles de toneladas de frutas y hortalizas se desechan nada más cosecharse porque no cumplen los criterios visuales para su distribución. Sin embargo, son perfectamente comestibles.
Este despilfarro comienza mucho antes de llegar al consumidor :
en el agricultor, que ni siquiera recoge algunos productos que no son lo bastante bonitos,
en el minorista, que los clasifica a la entrada de los almacenes,
en los comerciantes, que quieren que sus puestos sean «perfectos».
Comprar, cocinar o vender productos feos reduce los residuos, promueve el trabajo de los productores y fomenta un consumo más responsable.
Comprar productos feos : un acto de responsabilidad
Hoy en día, cada vez hay más iniciativas para aprovechar estos productos imperfectos pero deliciosos, como las cestas antigaspi, las aplicaciones que guardan los productos no vendidos y las cadenas que ofrecen productos «fuera de calibre» a precios reducidos. Todos estos planteamientos contribuyen a reducir el desperdicio de alimentos, apoyar a los productores y hacer algo por el planeta. Y lo que es más, el sabor sigue ahí por un precio menor.
¿Qué tal un cambio de perspectiva?
Y si dejáramos de asociar belleza con calidad y confiáramos más en nuestras papilas gustativas que en nuestros ojos?
👉 Comer fruta y verdura feas no es un compromiso. Se trata de hacer una elección informada, ética y sabrosa.






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